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Diablo III

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Mensaje  Neophoenix Vie Mar 25 2011, 10:43

Diablo III Diablo-III

Diablo III es el tercer juego de la saga Diablo de Blizzard. Es un juego de rol de acción, que aprovechará al máximo la opción multijugador, ya que el principal enfoque es el modo cooperativo o de equipo.
En esta opción, el límite máximo de jugadores sera 4, a diferencia del juego predecesor en el que eran 8, ya que después de muchas pruebas, Blizzard llegó a la conclusión de que 4 es el numero perfecto para aprovechar al máximo las habilidades individuales y grupales.

La historia del juego es la siguiente
"El mundo fue salvado de su destrucción hace veinte años por un puñado de héroes sin nombre en Diablo y Diablo II. Los jugadores tendrán la oportunidad de explorar lugares conocidos como Tristán.

Han pasado dos décadas desde la última vez que los señores infernales -Diablo, Mefisto y Baal- deambularon por el mundo de Santuario, sometiendo a la humanidad a su limpio antojo. Sin embargo, la memoria de aquellos que lucharon frente a frente contra los ejércitos de la perversidad se desvanece lentamente y las heridas del alma aún escuecen.

Cuando Deckard Caín regresa a las ruinas de la catedral de Tristán buscando signos para derrotar al despertar del mal, un furioso heraldo del Apocalipsis cae de los cielos estrellándose en el mismo lugar por el que Diablo había penetrado en el mundo. Este fuego de los cielos reaviva antiguas perversidades y anuncia a todos los héroes de Santuario que ha llegado la hora de defender otra vez el mundo que pertenece a los mortales frente a los poderes que emanan de los Infiernos Abrasadores."


En esta entrega tendremos cinco clases de jugadores:

* Bárbaro: Este personaje regresa para hacer uso de su fuerza física y los característicos gritos de guerra.
* Médico Brujo: Utiliza magias e invocaciones para eliminar a sus enemigos, inspirado en el Nigromante de Diablo II.
* Mago: Similar a la Hechicera de Diablo II. Destaca especialmente por su habilidad de manipular las fuerzas del agua, fuego, tierra y aire.
* Monje: Esta clase está basada en el combate cuerpo a cuerpo. Será capaz de combinar habilidades a modo de combos para realizar ataques más poderosos.
* Cazador de Demonios: Es el sucesor del Rogue del primer Diablo y la Amazona de la segunda entrega. Cubre el combate lejano y es experta en el manejo de arcos y ballestas. Además tiene conocimientos de la magia de las sombras que le permitirá utilizar diversos encantamientos a los proyectiles y lanzar trampas y bombas a sus enemigos.

Además, Blizzard anunció de que en esta entrega, y a diferencia de los juegos anteriores, se podrá elegir el sexo de los personajes.

Hay 5 videos disponibles en la página oficial para saber como será el juego, que ya anunciaron el 28 de junio el 2008 pero aún no tiene fecha oficial de lanzamiento
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Mensaje  Neophoenix Miér Mayo 25 2011, 21:02

Diablo III Ss90-hires
Las últimas semanas del otoño habían pasado ya por Ivgorod y el primer aliento del invierno se empezaba a sentir en el aire. Cuando cayó la noche y el sol se ocultó bajo el horizonte, me sentí afortunado de poder refugiarme en una taberna. Al entrar noté cierta tensión en la sala. A pesar de la hora no estaba muy lleno, solo había unos pocos grupos pequeños esparcidos alrededor de las mesas en los extremos de la estancia. En los bancos del centro no había nadie, excepto un hombre.

No parecía sentir el frío. Iba vestido como un mendigo, llevaba poco más que una tela naranja que le envolvía el cuerpo y dejaba la mitad de su pecho al descubierto. Un collar de grandes cuentas de madera le colgaba del cuello. Llevaba la cabeza totalmente rasurada, con la excepción de una barba poblada y descuidada. Entonces me di cuenta: tenía dos puntos tatuados en la frente, uno más grande que el otro. Como sabría cualquiera que hubiera estudiado las gentes y las culturas de este mundo, este hombre era uno de los monjes de Ivgorod, los reservados y solitarios guerreros santos de la región.


Había oído incontables historias fantásticas sobre los monjes, cuentos que sin duda se habían adornado profusamente. La piel de los monjes, según contaban, era dura como una piedra y ni la hoja de una espada ni la punta de una flecha podían atravesarla. Los monjes eran capaces de partir rocas con los puños con la misma facilidad con la que tú o yo rompemos una ramita. Aunque el hombre humilde que tenía ante mí no parecía ni remotamente uno de los monjes de los que había leído y oído hablar, me acerqué con cautela y me senté en el banco frente a él, ansioso por conocerlo. Me dijo que me acercara con un ligero gesto de la mano.

"Ah, un alma con el valor de sentarse conmigo. Ven, amigo mío."

Me sirvieron comida, pero tenía poca hambre. Preferí concentrarme en registrar los detalles de la vida del monje. Me habló de su fe en la existencia de mil y un dioses, dioses que creía que se encontraban en todas las cosas: el fuego del hogar, el agua del río y el aire que respiramos. Es una historia bonita, desde luego, pero todo individuo razonable vería tal visión del mundo como poco más que una superstición, al igual que yo. Más adelante el monje me describió su intenso entrenamiento físico y mental, su eterna ambición de perfeccionar su mente y su cuerpo hasta convertirlos en un instrumento de justicia divina, aunque no sé por qué les hace falta un mortal a sus mil dioses para cumplir su voluntad. Cuando le pregunté por qué no llevaba una espada, ni ninguna otra arma, me contestó sencillamente: "Mi cuerpo es mi arma, mi cuerpo es mi arma al igual que mi mente."

Para mi sorpresa, yo asistiría a una demostración de su pericia.

Un grupo de hombres se acercó a nuestra mesa. Tiraron mi libro al suelo y me apartaron de un empujón, sacando cuchillos y otras armas mientras avanzaban. Se dirigían exclusivamente a la solitaria figura del monje, sentado frente a mí. Me escondí bajo la mesa, con una idea de lo que estaba a punto de pasar. Vi cómo atacaban, respondiendo a alguna señal imperceptible.

El monje recibió el salvaje ataque del primer hombre sin levantarse siquiera de su asiento; lo agarró de la muñeca y lo arrojó despreocupadamente por encima del hombro. Cayó sobre una mesa con gran estrépito. El ataque del monje fue tan repentino que los hombres se quedaron momentáneamente estupefactos. Mientras estaban ahí parados, el monje se levantó.

Fue entonces cuando se desató el caos.


El monje era una masa fluida de energía controlada; se enfrentaba a cada ataque sin apenas un momento de preocupación. Luchaba con pies y manos de una forma que yo jamás había visto. He llegado a ser testigo de unas cuantas peleas de taberna, pero esto era algo totalmente diferente. El crujido de los huesos al romperse con cada uno de los ataques del monje se mezclaba con algo que me costó creer: reía mientras luchaba. Despachó a sus contrincantes hasta que solo quedó uno.

Este cogió una silla y se la lanzó al monje, que extendió el brazo y golpeó el fuerte roble del proyectil con su puño cerrado. La madera se deshizo en una nube de astillas y las piezas rotas de la silla cayeron al suelo alrededor del monje, inofensivas.

"―A mí no me engañas, demonio ―exclamó el monje. Con los brazos a los lados, extendió las manos y entonó un cántico. Alrededor de su cabeza apareció un halo de luz blanca que creció en tamaño e intensidad hasta que le cubrió completamente el cuerpo. Soltó un rugido y la luz se disparó hacia delante. Cuando atravesó al otro hombre le arrancó la piel, revelando un demonio de piel roja bajo la misma y lanzándolo a través de las puertas frontales de la taberna.

El monje se precipitó hacia adelante, aunque sus movimientos eran tan rápidos que a mis ojos les costaba distinguirlos todos. Fue como si hubiera siete monjes y al demonio le llovieran golpes por todos lados. El demonio tropezó y se cayó. El monje lo sujetó del cuello y sonrió antes de mover el brazo libre. Una energía brillaba y chisporroteaba en la palma de su mano. Extendió la palma abierta con fuerza hacia delante, y cuando golpeó al demonio, este explotó: piel, músculos y huesos quedaron destrozados, y el aire se llenó del olor de la carne quemada.

Si no lo hubiera visto con mis propios ojos no me lo habría creído. Parece que las historias de estos guerreros sin parangón no son tan exageradas como creía.

Por como lo veo, y por el tipo de armas que usa; el monje es una combinación del monje del Diablo I (que aparece sólo en la expansión de éste) y la asesina del Diablo II (también personaje de expansión); Ambos, mis personajes favoritos de las sagas.

Para dar una breve reseña a quienes no conocen tanto a estos personajes; el monje del diablo I es un personaje que, pese a que no puede usar armas pesadas (tipo cotas y corazas) a medida que aumenta de nivel, su defensa aumenta monstruosamente, y pelea con bastones (armas que usa normalmente el mago).
La asesina del diablo II es una mina que aparece en la expansión junto al druida, y que sabe de artes marciales. Tiene poca vida, pero sus combos son mortales. Y si a eso le sumás la habilidad de crear una sombra (la primera, es más debil, la segunda que podés hacer a partir del nivel 30 termina siendo mucho más poderosa que el personaje), esta chica simplemente mata XD

Volviendo al monje del Diablo II, el tipo de armas que usa son los bastones y los katares, y las habilidades que tiene son, lejos, épicas.

Aunque todavía no haya salido el juego; ya vi que este personaje reune tooooodos los elementos que más me copaban de los personajes de sagas anteriores ^^
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